Asesinos Sueltos - Cárceles Argentinas

Desde que vivo en Canadá, me he tomado la costumbre de repasar a diario un par de periódicos online de mi país de origen, Argentina. Ayer no fue la excepción. Tampoco, lamentablemente, fue excepcional una de las noticias con que me encontré. Una nena de 9 años fue abusada y apuñalada por un ex-presidiario cuando la mandaron a comprar pan al almacén. Los vecinos estuvieron a punto de hacer justicia, pero la policía salvó al asesino, que ahora está hospitalizado. Mientras tanto, su hermano, también con antecedentes y cómplice en el hecho, se dió a la fuga.
Desde hace muchísimo tiempo, las cárceles en Argentina se han convertido en un problema gigantesco e indisimulable. Por muchos motivos: hacinamiento, un sistema obsoleto, falta de presupuesto, y por la necesidad de la Justicia de encontrar soluciones a la superpoblación de las mismas.
Mientras que las tasas de delitos violentos suben de manera alarmante y la población reclama penas más duras para los violadores y otros criminales, e inclusive presiona para bajar la edad de los imputados, la realidad toma un camino muy distinto.
Lo cierto es que las cárceles están superadas por la cantidad de presos que albergan, se han ido convirtiendo en centros de degradación, y en verdaderas escuelas delictivas, que lejos de rehabilitar reclusos, los corrompe en mayor medida (siempre habrá excepciones, claro).
Por otro lado, para aliviar esta situación insostenible, la Justicia ha ido implementando medidas que se podrían denominar, como mínimo, controvertidas.
Reducción de penas, salidas transitorias y salidas laborales por buena conducta, arrestos domiciliarios monitoreados con dispositivos electrónicos, etc, etc, han probado ser ineficaces y han puesto en la calle a delincuentes reincidentes que protagonizan con frecuencia episodios como el de más arriba.
Y eso dentro del marco legal. Si queremos profundizar un poco más, nos vamos a encontrar con situaciones insólitas, como la comisaría que soltaba a los presos de noche y los mandaba a robar. Como las redes delictivas internas del sistema penitenciario en las que participan los mismos guardacárceles.
Basta ser amigo de algún abogado penalista para saber que la libertad tiene un precio concreto y en efectivo en algunos Juzgados, y que muchos criminales literalmente "entran por una puerta y salen por la otra" en cuestión de horas. Y que la policía protege (cuando no participa activamente de) muchas actividades ilegales.
Mientras tanto, gente que tendría que estar bien "guardada" camina entre nosotros, poniendo en peligro a nuestros hijos y familias. Haciendo nuestras calles y nuestras casas más inseguras.
Otro países con problemas similares (USA, por ejemplo) han adoptado un sistema carcelario privado para paliar este tipo de situaciones, lo cual ha generado una fuerte controversia a favor y en contra. Pero como ese tema da para un análisis más profundo, lo dejamos para otro post.