viernes, 28 de agosto de 2009

Canadá y la Geometría Moral

Un amigo de mi padre solía decir que en países como el nuestro (léase Argentina, pero ejemplos hay varios), una persona podía ir por la vida en linea recta hasta determinado punto, y que para seguir avanzando, indefectiblemente debía tomar una camino con curvas.
Se refería, por supuesto, al camino deshonesto. Y si bien es una generalización, es bastante cierto que el tipo que va a trabajar todos los días para ganarse el pan decentemente, no llega muy lejos, por lo menos económicamente hablando. Pero también es cierto que hay excepciones, y eso siempre hizo que me preguntara si a los argentinos (en este caso) nos resultaba más facil echarle la culpa al gobierno de turno y la corrupción nuestra de cada día por nuestros fracasos personales, que a nuestra propia falta de motivaciones para salir adelante, aunque creo que todos coincidimos que hay más de lo primero que de lo segundo.
Después me vine a Canadá, moderna tierra de oportunidades para inmigrantes como uno, y ese mismo pensamiento volvió a rondar por mi cabeza. Y descubrí que la respuesta a mi pregunta tenía muchísimos matices.
En Canadá se puede elegir entre el camino recto y el torcido, y tener éxito transitando el primero (recuerden que solo estamos hablando de un éxito subjetivo y orientado hacia lo material). Especialmente durante los primeros tiempos, uno se maravilla con el funcionamiento de esta sociedad, que por cierto es bastante justa. Basta con conseguir un trabajo decente (lo cual no es tan difícil), ir todos los días y hacer las cosas bien, para casi inmediatamente obtener recompensas: acceso a crédito, a la casa propia y a algunas comodidades que en otros lugares estarían reservadas para unos pocos. Ahora, de ahí a pensar que nuestra vida está solucionada, hay un largo trecho. Es peligroso idealizar la emigración y presuponer que por el simple hecho de ser buena gente y trabajadores la vida nos va a resultar fácil o nos va a llover dinero, aún tratándose de un país como Canadá.
Es curioso ver como después de unos años, las características personales se acentúan y nos diferencian. Pongamos dos casos como ejemplo: Paco siempre tuvo problemas para conservar un trabajo en Argentina, y nunca logró salir adelante. Tito, su amigo, más emprendedor, se dió de cabeza contra la pared en más de una oportunidad tratando de llevar a cabo distintos proyectos. Los dos emigraron.
Después de diez años viviendo afuera, Paco reniega de que para tener que sobrevivir, se hubiera quedado donde estaba, que el clima no paga las comodidades que tiene, etc, etc. Tito, en cambio, finalmente logró poner un negocio y prospera. Es cierto que probablemente Paco, a esta altura y a pesar de sus quejas, esté mejor de lo que estaba, tenga un pasar decente y hasta se haya comprado su casa mediante una hipoteca, pero la realidad es ciertamente distinta de la que esperaba. Tito, por otra parte, encontró un sitio donde explotar su potencial y sus ideas.
Paco y Tito son dos estereotipos, y por supuesto la vida no pasa solo por el bienestar económico, la mayoría de los inmigrantes tienen la sensatez de priorizar la calidad de vida y el futuro de su prole por encima de todo lo demás a la hora de tomar la decisión de irse. Sin embargo, los casos de gente como Paco, que se siente defraudada y hasta estafada por sueños de grandeza que nunca se concretaron, son muchísimos. Y en Canadá, amigos, porque hay que decirlo, el camino recto tampoco conduce a los millones, las excepciones son contadas. Eso si, las oportunidades son muchas y variadas, y depende de cada uno el saber aprovecharlas.
La vida del inmigrante, aún en el mejor de los lugares, es una vida dificil, una aventura constante plagada de desafíos que requiere lo mejor de nosotros para poder ser llevada a cabo. Y si uno es consciente de esto, paga con creces, a veces a largo plazo, es cierto, pero siempre paga.

jueves, 27 de agosto de 2009

El Regreso de un Grande

Si, es cierto que tengo una autoestima enorme, pero este post no es sobre mi regreso a la Blogósfera :)
El que regresó (aunque nunca se fue literalmente), es un grande de la música, el "padre" del rock argentino, dirían algunos. Después de interminables escándalos, abuso de sustancias, idas varias tanto a prisión como a clínicas psiquiátricas, Charly García, a los casi 58 años, volvió con tema y video nuevos.
No importa que ya no le quede voz para cantar, que los años de automaltrato hayan dejado huellas indelebles o que se lo vea definitivamente viejo. El hombre del oído musical absoluto, el creador de temas que todavía cantan casi tres generaciones, regresó con una muy buena canción, que les dejo más abajo. Y lo más importante, volvió con unos cuantos kilos de más y un aspecto saludable que no se le había visto en mucho tiempo.
Hablar de su historia sería casi redundante, para eso está Wikipedia. Disfruten del video.

Deberías Saber Por Qué (Charly García)