miércoles, 12 de septiembre de 2007

Historias Tristes

Erase una vez una niña que desapareció en un país lejano. Sus padres, desesperados, comenzaron a remover cielo y tierra para encontrarla; acudieron a los medios, obtuvieron una entrevista con Su Santidad, llegaron a tanto que conmovieron al mundo con su dolor y tenacidad. Pasaron los meses y la búsqueda no decayó, el rostro de la pequeña se grabó a fuego en la retina de la gente, y muchísimos oraron por ella y su familia. Pero un día la policía acusó a los propios padres, que tanto habían hecho por encontrar a su hija, de ser sus asesinos. Y el mundo quedó en shock. Espera boquiabierto un desenlace que de ser cierto probaría, una vez más, que el ser humano es el peor animal, y que la ingenuidad todavía no está muerta.
Erase también una vez una niña que desapareció acá a la vuelta. Sus padres desesperados y sin recursos, lloraron y se resignaron a su suerte, como tantos otros. Los medios, el mundo y su Santidad, ni se enteraron.

El secuestro de menores es un fenómeno que ocurre a diario y que afecta a todos los países del mundo. Los niños secuestrados suelen sufrir daños físicos y emocionales y pueden encontrarse aislados de su ambiente normal, sus padres y familias. Los padres de las víctimas a menudo encuentran dificultades financieras, legales, culturales e idiomáticas cuando tratan de recuperar a sus hijos. Aún cuando hay mayor conciencia acerca del tráfico internacional de niños, todavía queda mucho por hacer al respecto. Los sistemas legales y sociales deben mejorarse para asistir en la resolución de estos casos de manera rápida y efectiva (International Center for Missing and Exploited Children)

Mas información:

-ICMEC
-Missing Children de Argentina