jueves, 2 de agosto de 2007

Lunes

Respiró profundo, caminó unos pasos por la vereda angosta, y sintió que toda la energía le volvía al cuerpo. Normalmente un lunes por la mañana le resultaría el doble de pesado; tendría tanto sueño que apenas vería pasar la gente a su lado, subiría al subte en forma automática, gruñiría un buenos dias a su secretaria al llegar al trabajo, y pediría un café buscando sacudirse la modorra y el mal humor.
Pero hoy no. Se levantó de la cama de un salto, desayunó y se fue silbando un tema de los Redondos que no escuchaba desde hacía años. Que buenas épocas aquellas, cuando tenía el tiempo y las ganas de ir a recitales, o de pasar una noche en vela con amigos de boliche en boliche. Se seguiría diciendo “boliche”? Se estaba haciendo viejo, no cabía duda.
Se sorprendió a si mismo vistiéndose con una camisa blanca, suelta, super informal, perfecta para una mañana de primavera; lo que dirían en el estudio cuando lo vieran llegar sin el traje y la corbata de rigor, especialmente el amargo de Gonzalez, que tipo insufrible.
Tenía la sensación de que algun motivo había para sentirse tan bien, pero no se acordaba. No se había ganado la lotería ni nada por el estilo, Boquita había perdido el noveno superclásico consecutivo, no había conocido a nadie nuevo durante el fin de semana…, o eso había sido el otro fin de semana? Iba tan ensimismado que cuando quiso darse cuenta estaba en cualquier lado menos camino al trabajo. Había llegado a un parquecito, tranquilo, bien arbolado y cuidado. Que hora era? Y si no iba a trabajar? Hace cuanto que no se tomaba un dia libre, ni siquiera un sábado? Despues llamaría a Paola y le diría que tuvo una reunion imprevista o algo asi. Ahí se dio cuenta de que se había olvidado el celular, mala suerte, la llamaría desde un público.
Se acomodó en un banco, cerró los ojos, y disfrutó del aire fresco y del olor a pasto recién cortado. Despues miró alrededor; otra gente como él paseaba en parejas o simplemente dormitaba aqui o alla. Se sintio fuerte y despreocupado, y se prometió a si mismo hacer alguna que otra escapada como esta mas seguido.
El dolor llegó sin aviso, en forma violenta, desde adentro. Sintió que la cabeza se le desintegraba en mil pedazos y que todo desaparecía para dar paso a un alarido ensordecedor, a la oscuridad mas absoluta. Se revolcó en el piso y empezó a ver imagenes cada vez mas nítidas: metal retorcido, ambulancias, humo, sangre…tanta , tanta sangre. Algo empezó a romperse en su mente, entrevió fragmentos de recuerdos demasiado intolerables, dolorosos al punto de hacerle perder la razón.
Apenas sintió cuando lo levantaron entre cuatro y lo llevaron adentro del edificio blanco. El doctor le aplicó un fuerte sedante y el terror se fue diluyendo de a poco, hasta desaparecer, hasta dar paso al sueño.
Se despertó al rato, respiró profundo, dió unos pasos por el parquecito arbolado, y sintió que toda la energía le volvía al cuerpo.
Se sentía como nunca, seguro que iba a ser un lunes formidable.