El Festejo

Este fin de año era distinto para Carlos, quizás porque esta vez no se sentía tan solo. El 31 salió de su trabajo temprano y con ánimo jovial, hasta se dió el lujo de silbar por lo bajo la melodía que en ese momento tocaba la radio. Pasó por el supermercado, todavía atestado de gente que efectuaba compras de último momento, pagó por un par de botellas de vino tinto y algunas provisiones y se dirigió a su apartamento.
Quería que todo saliera perfecto; se esmeró en ordenar la parte visible del living, allí donde había puesto algunas luces y el arbolito. Cada tanto miraba de reojo la cámara y anticipaba el momento de compartir sus deseos por un mundo mejor, de mostrarse como lo que verdaderamente era, un ser sensible, y por qué no, carismático. Se dió una ducha y abrió una de las botellas de vino, un Malbec francés de nombre difícil que hacía rato quería probar, pero que nunca compraba por encontrar el precio un tanto extravagante para su bolsillo.
A eso de las seis encendió la computadora y se logueó en Facebook. Envió un sentido mensaje de Fin de Año a sus ciento veinte amigos. Nunca antes había tenido amigos, no por lo menos hasta que pudo adquirir una PC, ocho meses atrás. Su ex-novia siempre lo había tratado de perdedor y solitario, pero en los últimos meses Carlos había hecho muchísimas relaciones y había vivido cosas que ni siquiera hubiera soñado vivir.
Visitó Second Life unos minutos antes de las siete, allí asistió a un par de fiestas y hasta logró un breve encuentro íntimo con un avatar que no había visto anteriormente. Esta era su noche, sin dudas.
Marianne_78, su chica al otro lado del continente, quien había posteado en Twitter unas horas antes, estaría en el chat a eso de las diez. Carlos mató el tiempo con un par de juegos online, abrió la segunda botella de vino (que no había resultado tan bueno después de todo), pasó por su Blog para chequear si alguien más había dejado algún comentario, buscó entre la música que había descargado la noche anterior; así y todo, el tiempo parecía estirarse. Finalmente se conectó al Messenger y esperó a ver si aparecía alguno de sus contactos; cambió su estatus a Busy (no quería que los otros pensaran que no tenía con quien hablar), ajustó la camarita varias veces, asegúrandose que se viera el fondo que había preparado, y pensó que tal vez sin la lámpara de pie se vería mejor el árbol de Navidad que había comprado por Ebay y que centelleaba con sus casi trescientas luces.
Cerca de la medianoche se dió por vencido, un poco frustrado y ya algo borracho. El vino se había terminado hacía rato y le había dejado un gusto agrio en la boca. Revisó su email con una última esperanza de que Marianne_78 no hubiera podido conectarse y le hubiera escrito para desearle un buen comienzo de año. Finalmente puso la computadora en stand-by y se tiró en el sofá cama. Afuera comenzaban a escucharse los cohetes, los fuegos de artificio, las risas de la gente que salía a la calle en familia a festejar la llegada del Año Nuevo.
Desde su improvisada cama, Carlos miró su computadora y se sintió más solo que nunca.