martes, 5 de enero de 2010

Brenda

La conoció una noche en la que había ido a ver a Cienfuegos en el Teatro de Flores. Después del recital Miguel lo llevó a The One, un antro de cierta categoría en el centro, donde se codeaban políticos y personajes de la farándula. Pagó los 50 pesos de la entrada, que incluía consumisión, y subió la escalera oscura que llevaba hasta el salón principal, en donde varias mujeres en ropa interior bailaban y caminaban entre los pocos hombres presentes a esa hora de la madrugada. Pidió un whisky con hielo y se dedicó a mirar a su alrededor; casi inmediatamente se acerco una chica bajita de curvas generosas.

- Hola lindo, soy Brenda, como te llamás?
- Hernán, me llamo Hernán.

Unos minutos después se dejaba conducir a una de las habitaciones del fondo, Miguel había desaparecido un rato antes con una chica paraguaya altísima y muy bonita, supuso que lo vería a la salida y lo llevaría hasta su casa, ya que habían venido en su coche.
Las tres horas siguientes pasaron por sus sentidos como una ráfaga más bien bizarra, estaba tan pasado de cocaína que no pudo funcionar, y sin embargo, la chica había sido tan dulce y amigable que solo atinó a darle su tarjeta cuando se despidieron con un beso rápido. Afuera brillaba el sol, eran las 10 de la mañana, y no había rastros de su amigo por ningún lado. Con los últimos billetes que le quedaban de su noche de juerga y los ojos rojos, se tomó un taxi hasta Palermo.

Brenda lo llamó tres semanas después. Al principio desconfió y pensó que querría sacarle más dinero, enseguida se arrepintió de haberle dado su teléfono, después de todo, quién en su sano juicio le deja su tarjeta personal a una prostituta? Pero ella lo convenció de que solo quería verlo, y así fue como se encontraron aquella tarde de domingo en la desolada estación de Quilmes. Conversaron durante una eternidad en frente de innumerables cortados, y supo entonces que su verdadero nombre no era Brenda, sino Miriam, que tenía 21 años, un hijo pequeño, una historia violenta detrás y apenas un mes y medio en el "oficio".
Durante los meses siguientes se frecuentaron cada vez más. Hernán la ostentaba frente a sus amigos y jugaba al cafisho, aunque en el fondo no era solo sexo lo que veía en Brenda, y si no dió un paso más en ese sentido fue solo porque en su cabeza le resultaba imposible el enamorarse de una mujer de la vida. Ella le mostró un mundo que él desconocía, lo paseó por cabarets y locales nocturnos, y le presentó a gente que solo pensaba que existía en las películas del cine negro. El de a poco la introdujo en las drogas duras, y se dedicó a venerarla como si se tratara de un trofeo preciado y exótico.
Los caminos de la vida finalmente los separaron. Brenda tuvo suerte, después de unos años de prostituírse se casó con un cliente que tenía adoración por ella, y una billetera capaz de satisfacer todos sus caprichos.
Para más o menos la misma época, Hernán se tiró a las oscuras aguas del Riachuelo para desaparecer en su eterna mugre, después de una noche en la que se había metido en la nariz más de lo que pudo tolerar.
Esa madrugada llovía. Buenos Aires se veía más hermosa que nunca bajo el cielo encapotado y las últimas luces nocturnas.

Dedicado a Miriam, dondequiera que estés.

15 comentarios:

Gabriel dijo...

Excelente, Ale. Me encantan estas historias!

El 22 dijo...

Que bueno Gabriel. Esta en particular me gusta, ya que es en realidad una historia, pero disfrazada de cuento.
Saludos.

Virginia Prieto dijo...

muy pero muy buen relato
me gusta mucho tu forma de acercarnos a la vida misma

beso

JorMig dijo...

Excelente como siempre!!!

El 22 dijo...

Muchisimas gracias Vir y Sr. Jormig!

Anónimo dijo...

Existia un lugar como el descripto y con el mismo nombre durante la presidencia de Mendez, si la memoria no me falla quedaba en la calle Chacabuco. Lo cerraron por un escandalo de camaras ocultas y chantaje.

Fede dijo...

Muy bueno!

El 22 dijo...

Gracias Fede!
Te estoy enlazando en el blogroll. Saludos.

Lorena dijo...

Muy bueno Ale, como siempre!

El 22 dijo...

Gracias, Lore!

el fafa dijo...

che... que buen cuento. lindo relato... me estas haciendo poner un comentario serio!

JorMig dijo...

Fafa.
Preguntale donde queda el bulín ese donde cobran 50 pesos.

El 22 dijo...

No se me ponga asi, Fafa :)

Jormig: el tugurio en cuestion lo cerraron hace años, pero era famoso en su epoca. En aquellos tiempos cobraban 20 pesos la entrada, y claro, cada señorita despues tenia su cachet. Por ahi pasaban regularmente personajes muy conocidos (y en su mayoria temibles), desde los hermanos Mendez hasta Franco Bagnato (se acuerda?), pasando por Mauro Viale, ese que decia que se acostaba a las 10 y no sabia nada de lo que pasaba a la noche :). Por supuesto, todo esto lo se porque me lo contaron, no vaya a creer que alguna vez recalé en semejante lugar ;)

JorMig dijo...

Por favor, ni se me ocurriría pensarlo. :)

Antonio dijo...

Pase antes un par de veces por tu blog,con este cuento me acabo de enganchar.
Tienes talento.