Dinastía, un poroto.

Tres años atrás, cuando decidí meterme en esto de los Blogs "en Canadá" (como diría mi buen amigo el Comodín) imaginaba un mundo virtual de inmigrantes fraternos y solidarios ayudándose el uno al otro de cualquier manera posible. Y más o menos, es lo que me encontré: un puñado de gente muy simpática con buenos consejos, que me dejaba comentarios amables y alentadores y que me ayudó muchísimo respecto a la experiencia de vivir en un país distinto.
Con el tiempo me envalentoné y me dije: por qué no organizar algo que nos acerque un poco más, si en definitiva estamos todos en la misma? Así surgieron las Jornadas de Bloggers Latinos, un experimento que reunió a unos treinta bloggers de distintas partes de Latino América para compartir sus vivencias canadienses. Fue un momento mágico, y viéndolo en perspectiva, me pregunto como fue que se pudo llevar a cabo con éxito. Gente con profundas desaveniencias (de las cuales yo en ese tiempo no estaba al tanto) dejó de lado sus diferencias para colaborar con el proyecto, y por un rato, todo fue armonía en la Blogósfera.
Claro que eso duró poco. Tal vez el error más grave fue acercar personas que compartían una historia complicada, pero fue un error inocente. Una vez que pasaron las Jornadas, muchos aprovecharon la posibilidad de volver a hablarse para saldar viejas cuentas, y de un día para otro, Disneylandia se convirtió en Dinastía. Y claro, de las pasiones humanas nadie se salva, especialmente cuando el mundillo blogueril se convierte de repente en una apasionante telenovela de las tres de la tarde.
A qué viene todo esto? Primero, debo hacer un mea culpa, ya que El 22 ha aportado su cuota de ponzoña en esta historia, casualmente es en este Blog donde coincide la gente que termina en batallas linguísticas épicas. Y yo le he dado duro a más de uno, eso no es nada nuevo.
Y está bien que exista un "ring" virtual, porque ayuda a descomprimir un poco; pero como en toda arena de combate, tienen que existir ciertas reglas: Muchachos, lo que le pone pimienta a la vida son las diferencias y no las coincidencias. Nadie quiere que nos convirtamos en hipócritas y nos tiremos flores, pero podríamos agudizar el ingenio y discutir con altura. No caigamos en el golpe bajo, en el insulto, en la mención de nacionalidades (que nada tienen que ver con nada) y cosas por el estilo. Usemos la tan famosa viveza criolla, la inteligencia, y seamos honorables con el enemigo, si cabe decirle enemigo a alguien (por ahí, quien sabe, hasta terminamos cayéndonos un poco mejor).
Salud.

(Pido disculpas a los lectores casuales que no están al tanto de lo que estoy comentando; el Blog retorna después de esto a su programación habitual. Gracias.)