sábado, 12 de abril de 2008

El Sindrome Homero Simpson


Hace casi 10 años que dejé de ser el típico muchacho “soltero y sin apuro”, para cruzar al bando de la gente casada y/o responsablemente en pareja. Y no es que me queje, en todo este tiempo pasé de ser casi un inadaptado social a:



- Comprar vasos (antes tomaba de la botella)

- usar servilletas (en lugar de la manga de la camisa)

- abandonar la música corporal

- dejar de fumar

- engordar 15 kilos

- ser padre de familia

- usar ropa dentro de la casa

- bañarme casi todos los días

- perder el pelo

- comer ensaladas

- no emborracharme

- usar desodorante

- etc, etc, etc...

Se podría decir que un pibe soltero, especialmente si vive solo, es como un animalito en estado salvaje que necesita ser domesticado, y enseñado en lo que a costumbres urbanas se refiere. Luego, al igual que un gato castrado, aprende a comportarse, engorda, deja de escaparse a la noche, y prefiere echarse en un sillón a cualquier otra cosa. Con el correr de los años perfeccionará las gracias aprendidas y, poco a poco, logrará pasar desapercibido en casi cualquier entorno social medianamente decente.
Esta semana pasada, por circunstancias laborales, volví de mis vacaciones antes que el resto de la familia, lo que me ha permitido gozar de algunos días de estar a mis anchas en casa. Confieso que me preocupaba un poco la manera en que el instinto adormecido durante tantos años pudiera reaccionar. Volvería a mi estado primitivo? Convertiría mi hogar en un chiquero? (tengo una amiga que asegura que “todos los hombres son unos cerdos”).
Debo decir que no. A pesar de algunos viejos vicios inevitables, me estoy comportando bastante bien. Seguramente desaprobaría el escrutinio de cualquier esposa que se precie (en particular la mía), pero puedo decir con orgullo que hoy, en el peor de los casos, estoy más cerca de Homero Simpson que de aquel joven inadaptado que solía ser.
Y si, tengo estándares bajos, que le vamos a hacer?