Se despertó sobresaltada, sabiendo que algo no estaba bien, que ese iba a ser un día distinto. Miró el reloj de números rojos sobre la mesa de luz: casi mediodia. Se incorporó y sintió que la cabeza se le partia en mil pedazos, recordó la noche anterior y sintió algo de asco, un sabor seco en la boca, habian estado dando vueltas hasta muy tarde tratando de conseguir lo que terminó siendo pura basura, ni se acordaba como habia llegado a casa. Se lavó los dientes, se tiró encima un remera, unos jeans rotos y unas zapatillas, y bajó a la cocina. Nadie. Seguro salieron temprano, raro siendo domingo. En la heladera no habia nada para comer, asi que agarró una lata de coca cola y salió a la calle. Vacia. Nadie a la vista. Demasiado tranquilo todo, aun siendo fin de semana; el desasosiego se hizo más presente y se empezó a sentir mal otra vez.
Caminó un par de cuadras, habia quedado en encontrarse en Parque Centenario con dos amigas, iban a escuchar un par de bandas que tocaban al lado del lago, gratis. En la esquina vio un grupito de pibes y se tranquilizó un poco, seguro le duraba la paranoia de anoche, que tarada. Pero a medida que se acercaba notó algo raro; los pibes ni se movian, la miraban fijo, con ojos vacios. Los insultó por lo bajo, pero no se alteraron ni dijeron nada, solo la miraron como si fueran idiotas.
Hizo una cuadra mas y empezó a darse cuenta de que el paisaje no era familiar. Habia doblado mal. Imposible, hacia quince años que vivia en el barrio, desde que nació, lo conocia hasta el ultimo rincón. Donde estaba? Empezo a asustarse, algo no andaba bien, no encajaba. Y el silencio. Donde estaban los autos y los colectivos? Almagro desierto un domingo al mediodia? Volvió sobre sus pasos, esta vez temiendo perderse del todo, pero no, ahi estaban los pibes otra vez, parados e inmoviles en la esquina.
Cruzo a la vereda de enfrente para evitarlos, pero despues de caminar unos metros notó que la seguian. Empezo a correr, aterrorizada, nunca habia sido del tipo atlético, seguro que la alcanzaban enseguida. Pero no, nada. Miró hacia atras, no se veia un alma.
Trató de gritar, llorar, pedir auxilio, pero no pudo, la voz no le salia, el miedo que sentia le cerraba la garganta como una tenaza. Encontro la puerta del edificio, ni siquiera esperó el ascensor, solo atinó a subir la escalera a los tropezones. Entró en el departamento, todo se veia igual, tan normal, tan como siempre, tan vacio y silencioso.
Ni papá, ni mamá, ni Marcos a la vista. Se metió en su cuarto y esta vez si, se largo a llorar como no lo hacia desde que era chica y algo la asustaba.
Despues de un rato se obligó a serenarse, y de pronto entendió; la realidad no cambia de la noche a la mañana, la gente no desaparece sin dejar rastro como en las peliculas.
Fue hasta el botiquin de mamá y se tomo una caja de Valium, entera.
Se metió en la cama y esperó a que llegara el sueño.
Mañana seria lunes. Todo iba a estar bien de nuevo.